Estudiante: Es agotador no poder manejar tantos pensamientos que aparecen sin control alguno.
Sesha: Sí, es agotador, agobiante e insostenible a largo plazo. Tan insostenible como mantener un mismo pensamiento, voluntariamente. De igual manera el esfuerzo, en primera instancia, pareciera que aleja todo pensamiento diferente al que él cobija; posteriormente cambia una y otra vez el pensamiento dependiendo del esfuerzo que lo acompañe. Lo que tú dices es cierto, hay que saber hacer emerger desde adentro la fuerza de la comprensión, una fuerza que por sí misma aquieta la mente mientras produce conocimiento.
Estudiante: Ello es muy contundente.
Sesha: Sí. ¿Has notado alguna vez la naturaleza material de la comprensión?
Estudiante: No. Es algo intangible ¿no?, pero a la vez es muy tangible; es extraña la comprensión.
Sesha: Puedes notar tu duda pues te asaltan los pensamientos pero, ¿puedes notar tu comprensión?
Estudiante: Efectivamente me doy cuenta que dudo, pero también noto que comprendo.
Sesha: Estoy de acuerdo contigo que notas tu duda, pues te conviertes en ella. Pero cuando comprendes, y siguiendo la misma lógica, deberías convertirte también en comprensión, ¿no es cierto?
Estudiante: Efectivamente.
Sesha: Entonces, ¿puedes tú sentir la comprensión, convertirla en algo como “pensamiento” o “sentimiento” para identificarla?
Estudiante: Si la comprensión fuera sentimiento y pensamiento se desbordaría necesariamente en la duda y, por lo tanto, ya no sería tal comprensión, ¿no es eso?
Sesha: Entonces la comprensión no te pertenece, se pertenece a ella misma. Si esto es así, si la comprensión se indaga a sí misma, entonces ¿dónde estás tú en el acto mismo de la comprensión?
Estudiante: Hay dos opciones, creo yo. O no existe el yo, o el yo es comprensión en ese momento.
Sesha: Sí, evidentemente. Es decir, la comprensión es inindagable por el yo, pero indagable por sí misma. A la continuidad de la comprensión solemos llamarla conciencia. A la continuidad no-diferenciada de la conciencia la solemos denominar Atman. Cuando este flujo de comprensión carente de yo inunda toda la percepción, sin límite alguno, cuando «ello» se conoce a sí mismo, entonces Atman es Brahman, Brahman es Atman. Por ello el Bhagavad Gita enseña:
“Arma alguna puede herirle ni fuego abrasarle, ni agua humedecerle ni viento orearle. Invisible, inescrutable, inmutable porque es invulnerable, incombustible, impermeable, inoreable. Es perpetuo, omnidifuso, permanente, incorruptible, eterno; es sin tiempo”1
1Bhagavad Gita, estancia 2, slokas 23 y 24.