No-dualidad es tal vez el concepto más complejo del sistema de pensamiento oriental. La metafísica del Advaita lo acoge como eje central de su disquisición. La no-dualidad es tal vez la idea más abstracta que nunca ha existido, pues introduce una serie de postulados de una simpleza excepcional que pueden ser probados sólo por la experiencia directa o por la intuición aguzada de cualquier conocedor.
La no-dualidad es un término que establece una caracterización de realidad diferente a la que acostumbramos a estudiar normalmente cuando analizamos los objetos materiales versus la realidad de los objetos ideales. Mientras los objetos materiales están compuestos de sustancia que la física analiza y a la que cataloga mediante las leyes de la naturaleza, la sustancia de los objetos ideales se establece como una realidad perteneciente y dependiente del sujeto mismo.
En el mundo material los objetos son independientes del sujeto que los conoce; en el mundo ideal los objetos tienen una íntima relación con su conocedor, pues dependen enteramente de él.
Para el Advaita, la definición de realidad no se basa en la sustancia que compone los objetos materiales o ideales, y menos aún en si es el sujeto o el objeto el agente activo de la cognición. Oriente introduce un nuevo paradigma para definir el problema: asume que tanto la sustancia ideal como la material son expresiones de una misma actividad que las resume y a la que denomina “conciencia”. Esto es, el universo “materializado e idealizado”es un océano de conciencia No-dual.
La afirmación previa puede aclararse en el ejemplo de un sueño: mientras este ocurre, la mente del soñador asume en el sueño el rol de creador de objetos ideales y materiales. Ambas sustancias, las realidades materiales e ideales que componen el sueño, parecieran diferentes a los ojos de los innumerables personajes del sueño pero finalmente podemos aseverar al despertar que ambos atributos son manifestación de una única entidad cuya esencia es la capacidad de permitir cognición, es decir, son atributos de la conciencia.
Sin embargo, las cosas no son tan simples, pues a cualquier sujeto de un sueño le es imposible reconocer que la conciencia del soñante es la causa no solamente de sí mismo, sino de los objetos que componen el entorno que experimenta. Así entonces, el Advaita ofrece una nueva idea con el fin de solucionar este dilema. Asume que, mientras el personaje soñado suponga como válida su propia realidad soñada, no podrá reconocer al soñador ni a su conciencia vigílica como razón de él mismo. El Advaita ofrece un tipo de realidad en la que converge la irrealidad que ofrece la construcción de un imaginario sueño junto con la realidad que no se aprecia como parte de la vigilia. Coexisten entonces simultáneamente irrealidad y realidad. Sin embargo, ha de tenerse en cuenta en nuestro ejemplo que todo es esencialmente realidad consciente vigílica, pues la diferencia que se encuentra en el sueño es sólo aparente.