Estudiante: ¿Solo obteniendo discernimiento es posible entregarse a un guru?
Sesha: Cierto; de no ser así, es imposible entregarse. Quien no tiene discernimiento y se entrega, realmente no lo hace. No puede entregarse pues no comprende. Reemplaza una condición psicológica por otra, su miedo a lo desconocido por miedo de perder a su maestro.
De viveka, el discernimiento metafísico, nace vairagya, el desapego mental a las cosas del mundo. Dicho desapego espontáneo al mundo permite el control de la mente, el control de los sentidos. Afianza la inercia de dicho control mental y sensorio, y endurece ante la reacción de los pares de opuestos como dolor y placer.
Todo ello madura en forma de srada, fe en las enseñanzas de un maestro calificado, y lleva al constante anhelo, al quemante deseo de ver a Dios, anhelo al que denominamos mumukshutva, ardiente deseo de liberación interior.
Con viveka se inicia el discipulado, antes no se es discípulo. Previo a viveka se es cualquier cosa: aprendiz de brujo, iniciado en los misterios del sol o cualquier otra insensatez, lo que uno quiera. Pero esa comprensión a la que llamamos “certeza metafísica” es la base de la fe obtenida por comprensión. Eso que tú percibes eterno, inmodificable y pleno de saber es la esencia y el sustrato de la fe, srada. Solo la fe nacida de la experiencia clara de lo eterno acepta la enseñanza de un maestro y la disciplina que este impone para modificar los hábitos mentales. Solo srada, la fe, permite sostenerse y comprender un camino interior. La fe no es la obligatoriedad, no puede ser el dogma, de manera que si no crees en cualquier afirmación absurda, entonces eres una persona que va al infierno, una agnóstica, una persona inmoral, etcétera. La base de la fe en sentido superior es la certeza sobre lo Real, viveka. Ello difiere considerablemente de la “fe del carbonero”, de quien cree por tradición y a rajatabla.