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La atención fuera

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La atención puede situarse alternativamente en tres lugares posibles: la memoria, los sentidos físicos y los objetos externos.

En la práctica externa, la atención debe depositarse siempre en la fuente que produce la sensación. Si la sensación es visual, la atención debe depositarse en el color y la forma del objeto a conocer. Si, en cambio, la fuente que produce la sensación es auditiva, entonces la atención debe situarse en el origen sonoro. De igual manera con gusto, olfato y tacto.

La atención debe estar constantemente fuera, en los objetos de sensación, mas no en los sentidos ni en nuestro interior. Imagina que vas de noche caminando solo por una montaña y no ves claramente, puesto que está oscuro. Estás abocado a esforzar tu vista para situar el camino. Sin embargo, de haber inquietud por la oscuridad, tu atención se irá inmediatamente a tu interior y producirá algún tipo de temor.

Al igual que los niños, se debe fluir fuera, con la atención dispuesta a reaccionar constantemente ante el presente. Si la atención se pierde y se resitúa en cualquiera de los sentidos físicos o en la memoria, entonces crearemos un foco mental que permitirá la aparición de la fantasía o la imaginación.

Cuando logres estar fuera, notarás la ausencia de espacio entre tú y el objeto conocido. Mientras estés momentáneamente dentro notarás, en cambio, la distancia espacial entre tú y el objeto conocido.