Desde la percepción No-dual el tiempo no es un evento aislado del perceptor ni de lo percibido; es decir, el tiempo se experimenta como una condición simultánea al evento observador-observado.
Esta condición de simultaneidad entre perceptor-percibido llega incluso a condiciones inimaginables, a circunstancias en donde es posible percibir un objeto y detectar simultáneamente su pasado y su futuro, pues no hay ruptura secuencial espacial ni temporal en aquello que está procesando la cognición.
Quien conoce no se fractura en sentido de pasado, presente o futuro, pues la simultaneidad de los eventos y la información de cualquier evento está implícita en el hecho mismo de conocer en un momento cualquiera.
Entonces tiempo y espacio no se fracturan; son un continuo de lo que ha sido, es y será. El continuo situado más allá de lugar o tiempo presente se experimenta a la luz de la No-dualidad, asociado a la simultaneidad del evento objeto-sujeto.
De esta manera, la percepción del mundo varía, pues al procesar la información mental a la vez que se realiza una pregunta, es posible simultáneamente introducir una respuesta a ella. De esta manera el sentido de comienzo y final de las cosas, que se confirma diferente en los mundos secuenciales de la dualidad, no lo es en los mundos No-duales. En la experiencia No-dual preguntas como: ¿De dónde venimos?, ¿Hacia dónde vamos?, ¿Qué somos?, son tan innecesarias como intrascendentes. Quien conoce no plantea una inquietud que jamás existe.
La ausencia de miedo, duda, expectativas y futuro se hace trizas ante lo evidente de un instante que se extiende hacia al infinito.