Una vez más: la conformidad con el propio karma que ha de tener el ser humano no implica una condición mental pasiva ni derrotista. Quien posee Discernimiento interior no incurre en culparse ni en culpabilizar. Aprender de las experiencias es la base esencial que impulsa a vivir con plenitud. Ser partícipe del dolor y el sufrimiento ayuda al ser humano cuando este convierte esas vivencias en un aprendizaje de dignidad.
El gran inconveniente que traen las experiencias conflictivas es la aparente ausencia de causalidad que tienen. Al ser este mundo un entorno de consecuencias kármicas, no notamos resultados provenientes de situaciones individuales y colectivas de otras épocas. La falta de claridad sobre nuestros pasados actos en vidas previas, lleva a creer que las vivencias nacen y mueren en el entorno de una sola vida, cuando no es así. Escondidos por la amnesia de una mente que transmigra, los sucesos previos quedan atrapados en la cárcel inconsciente del olvido, tal cual la mayoría de eventos que en esta vida experimentamos. Es mucho más lo olvidado que lo recordado.
El Discernimiento que proveen la Devoción o el Saber prodiga claridad mental. Dicha claridad favorece la aceptación consciente de las experiencias, por más dolorosas que estas sean. No existe otra manera de entender la razón de las guerras, la devastación que llega a producir la naturaleza o los simples eventos fortuitos que llevan a la ruina personal o colectiva.