Para el Advaita, la ética desaparece cuando se establece el análisis de la acción desde una plataforma No-dual. La percepción de eventos bajo la modalidad de simultaneidad temporal y ubicuidad espacial propia de la No-dualidad infunde una nueva perspectiva a la luz de los contenidos morales. Todo problema moral reside en el inconveniente de comparar el acto realizado con otro evento supuestamente mejor. La inclusión simultánea en la cognición de ambos, la acción y la categorización del evento supuestamente mejor, deja de lado cualquier comparación.
La acción, desde la perspectiva No-dual, adopta un tinte diferente al que suele establecer el análisis occidental. En este caso, para el Advaita, la acción no corresponde ni se asocia a un acto volitivo. La acción está enmarcada en un ambiente kármico con el cual convive si hay sentido de yoidad en su ejecución. La acción no surge espontáneamente, nace a causa del karma producido por el encadenamiento de actor y acción. Los deseos inacabados del actor quedan latentes como las bacterias en la piel a la espera de un corte para introducirse e infectar la sangre: los deseos inconclusos, los impulsos volitivos no saciados del actor a lo largo de su vida, generan una latencia que lleva a que se manifiesten en el tiempo y el espacio; la necesidad de la actualización del karma se denomina “acción”. En definitiva: la acción no nace por sí misma ni nadie impulsa a que la acción sea la acción, ella simplemente ocurre, tal como en aquellos juegos de movimiento perpetuo, donde al activar una pieza las restantes se ponen en movimiento sin detenerse jamás.