Una forma de promover que la atención salga y se proyecte a los objetos externos es utilizando música. Para ello basta que pongas una música melodiosa, que te sea grata, y cierras los ojos. Atiende un compás de un único instrumento. Adviértelo desde el inicio hasta el final, desde que el instrumento nace hasta que se pierde oculto por los restantes.
Seguramente el instrumento musical o el compás escogido volverá a aparecer; espéralo pacientemente, si no lo hace, escoge otro y así sucesivamente.
Si un tipo de nota desaparece de la melodía, puedes tomar otra o saltar de una a otra nota. Lo importante es que la atención se mantenga continuamente en la música la mayor parte del tiempo posible. Si tu atención se desvía a la imaginación o a la fantasía, regresa de inmediato a la música, así una y otra vez.
Si escuchas música que te gusta y logras permanecer de forma continua en cada tono que nazca y muera, podrás fluir en la música siendo uno con ella.
Es frecuente que la música te lleve a asociaciones de todo tipo. Debes aprender a ser consciente de tu propio presente y continuamente regresar a él hasta que logres establecerte permanentemente.
Puedes dedicar el tiempo que quieras a escuchar música de esta forma, pero te recomendamos que hagas periodos de 15 a 45 minutos.