Sitúate cerca de un río, de una fuente de agua, de un surtidor o de cualquier otro elemento en el que puedas escuchar el sonido que el agua hace al moverse. Puedes sentarte o tumbarte cómodamente, selecciona una postura que impida te deslices al sueño.
Cierra los ojos o véndalos, así te será más cómoda la práctica. Coloca la atención en el sonido que el agua produce al chocar con la superficie. Deja de lado todos los demás sonidos sin rechazarlos, ya sean estos provenientes de pájaros, viento o demás circunstancias. Sólo intenta que prevalezca el sonido del agua ante tus oídos. Incluso de los múltiples rumores que puedas percibir del agua en movimiento, céntrate en percibir únicamente una gama de ellos; si desaparece y deja de producirse, espera pacientemente a que vuelva a producirse. No es erróneo que pases de un sonido a otro de los que produce el agua, ni a los restantes, pero inicialmente cuanto más atiendas continuamente a uno solo será mejor.
La atención debe estar situada correctamente en escuchar. Debes proyectar la atención a través del oído y depositarla, en este caso, en el sonido que produce el agua. Debes cabalgar sobre el sonido y no percibirlo a la distancia; debes estar en la esfera misma del sonido y no a distancia de este. Cada vez que reconozcas que tu atención se ha deslizado a la fantasía, deberás nuevamente regresar a la referencia sonora que previamente has escogido. Debes, cada vez que te distraes y caes en la fantasía o en la imaginación, pugnar por regresar nuevamente al origen sonoro; así una y otra vez.
Este juego debe durar entre 15 y 45 minutos, buscando mantener continuamente la atención proyectada y posada en los sonidos producidos por el agua. Puedes practicar por periodos más cortos; sin embargo, debes saber que acostumbrados como estamos a que la atención salte de un objeto a otro, educar la mente para que se sostenga en un sonido requerirá mucha práctica, situación que evidentemente podrás comprobar.