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Inercia y umbral

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Los hábitos comunes poseen una inercia intensa pero una frontera mínima. Todos los contenidos mentales están dotados de inercia y de umbral. Cuanto mayor es el umbral, menor es la inercia y cuanto mayor es la inercia, menor es el umbral. Por eso los contenidos intensos poseen alta inercia pero menos realidad de umbral y aquí la cuestión: ¿Cuál es el contenido que posee mayor inercia y menor umbral?: “Yo” ¿Cuál es el contenido que más suele aparecer?: “Yo”; “yo soy fulano”, “yo estoy aquí o allá”, “yo hago esto”, “pienso aquello”, “siento lo otro”. El ”yo” aparece por todas partes y se mezcla con todo. Es como si fuera un vidrio transparente a través del cual se miraran las cosas y la visión siempre estuviese condicionada por él. Así, la estabilidad del ”yo” induce fronteras tan permeables que se puede asociar a todos los elementos de la cognición, de modo que absolutamente todos los contenidos están teñidos por el color del “yo”.

Sin embargo, no todos los contenidos mentales tienen la misma inercia del “yo”. Mentalmente se clasifican todos los objetos que se perciben, se establecen diferencias entre unos y otros y se les asignan nombres para identificarlos. No se tiene hábito de pensar en aquellas cosas a las que no se les ha asignado un nombre y en cambio se suele pensar en aquellas que sí lo tienen. Estas son mucho más fáciles de pensar y por tanto han creado una mayor inercia. Por ejemplo, es fácil pensar en cosas como una casa, un bosque, un país, un cojín o un brazo y sin embargo, es difícil de pensar en un contenido que sea un cojín/brazo. El cojín y el brazo que lo sostiene no son percibidos como una unidad y por tanto no se le asigna un nombre específico, motivo por el cual es difícil pensar en ello y su inercia es muy pequeña. Nuestro sistema reconoce intelectivamente que una cosa es el cojín y otra el brazo y genera una apreciación de límites entre ellos; lo que el Advaita afirma es que no existen límites entre los objetos ya que en el fondo los límites son variables y conceptuales.

Para el Advaita lo que existe es una continuidad de “no-objeto”, “no-algo”, es decir, lo que realmente existe es No-dualidad