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Homogeneidad en la observación interior

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Una característica de la Observación Interior es la homogeneidad de su percepción. Ello se parece a cuando se observa el cielo oscuro en una noche sin luna ni estrellas. Todo es absolutamente vacío y la oscuridad es similar, sin importar a qué lugar del cielo vaya nuestra vista a lo largo de la bóveda celeste. Todo tiende a ser idéntico de vacío, igual de homogéneo. Otro ejemplo muy característico de dicha homogeneidad son las pocas ocasiones en que en la noche, al cerrar los ojos, podemos ver absolutamente negro. En este último caso, la percepción es interior pero, aun así, logramos notar un tono de oscuridad similar y homogéneo en todo nuestro mundo interior. Acuérdate alguna vez cuando tomaste varias barras de plastilina y las combinabas manualmente. Inicialmente se nota cómo se hacen zonas de cada color, para pasar luego a líneas y, finalmente, queda todo de un mismo tono. Dicho tono es una homogeneidad de color; igualmente ocurre con el mundo interior: la presencia de una vacuidad homogénea se hace evidente sin importar en qué zona de la percepción interior se sitúe la atención.

Esta sensación de vacío es gratamente sorprendente pues descansa el sistema nervioso. La ausencia de tonos, imágenes, sonidos y demás actividades interiores como fantasía e imaginación dan paso a un universo interior completamente calmo, similar a un lago por el que navegas de noche, en total oscuridad, sin que se detecte el mas mínimo sonido del agua al rozar el casco del bote.