Normalmente en la mente hay más momentos de fluctuación mental (manas) que instantes de quietud (budhi). Suele decirse que budhi emerge cuando manas se aquieta. Por ello se afirma que hay saber cuando no hay duda, y que cuando hay duda no hay saber. La actividad manásica no es proclive a reflejar la fuerza consciente, de igual manera que un lago no refleja nítidamente el firmamento cuando su superficie está colmada de olas. Es necesario aplacar las olas mentales para que pueda posarse la comprensión. Visualiza un tren de muchos vagones que pasa velozmente. El espacio entre vagones casi no se nota, es momentáneo, fugaz, al igual que la actividad del budhi en el momento de la cognición. Es más fácil notar la continuidad de los vagones; de igual forma, es más fácil vivir en la complejidad del movimiento mental sin ser consciente de lo que allí ocurre.
Una mente alocada lleva a la desesperación, a la inquietud y a la duda; una mente más calma es investigadora, laboriosa y estable. Según sean los hábitos, así habrá un material sutil que se decante en dicha dirección. Cuando el manas tiene exceso de tamas, inercia, la mente se hace perezosa, egoísta e ignorante; a su vez, cuando en el manas hay exceso de rajas, actividad, la mente se hace impetuosa, soberbia e inquieta. Según sean los hábitos mentales, así se constituye la materia sutil que converge en una actividad mental acorde a ellos.