Para el Advaita es fundamental realizar la acción sin que medie quien la realiza. Cuando, en cambio, existe propiedad en la acción, entonces nace lo que solemos llamar la “reacción mental”, siempre en forma de imaginación y fantasía.
En la fantasía e imaginación, al igual que en el sueño, siempre hay un actor. La travesía por los terrenos de la fantasía e imaginación es realizada siempre por el yo o por otro u otros diferentes a él. Nuestra educación hace énfasis en sentirse actor de la acción, pero jamás establece la posibilidad de que la acción se realice sin que necesariamente exista un yo en el ínterin. Normalmente el ser humano se siente propietario de toda acción que realiza. Incluso se siente dueño de las acciones que implican futuro o pasado. A la personalización de la acción la llamamos yo; el yo es tan solo una variable más de la función cognitiva.