Si los avataras son personificaciones de la divinidad, los gnanis son personificaciones de la No-dualidad. A diferencia del avatar, el gnani como tal no tiene una tarea específica pues en su condición de sanyasin ha renunciado absolutamente a todo.
Un gnani, un conocedor profundo de Brahman no se ve en la necesidad de generar un cuerpo dogmático ni un referente ritualista. Está lejos de todo compromiso formal. No genera, por tanto, una religión, no es el precursor, el “adi”, el primero de una línea de tradición. Por eso los gnanis no se preocupan, por ejemplo, de tener un ashram. No se plantea la necesidad de una continuidad. A diferencia de otras escuelas, no se plantea una transmisión de una herencia espiritual, de una primogenitura maestro-discípulo. Un gnani no va por ahí. Él es, simplemente, la expresión misma de la No-dualidad.