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Gnana

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Existe en los seres humanos la capacidad de “inteligibilizar” infinidad de circunstancias, de elementos, desde los más simples a otros extremadamente complejos. Así, y por citar algunos muy básicos, logramos inteligibilizar que el dolor produce daño, que la felicidad atrae, que el amor es válido… Pues bien: hay quienes son capaces de inteligibilizar con la misma certeza, con la misma ausencia de duda el hecho de reconocer que el ser humano es en esencia absoluto, ilimitado, divino, infinito, eterno, omnipotente y omnipresente. Son capaces de reconocer, en el proceso de la percepción misma, que todo es Brahman, que todo es el Absoluto No-dual y que la representación individual y diferenciada que la mente tiene de los objetos es ilusoria. Dicho de otra manera: hay quienes a través de la representación metafísica que han construido en su camino interior son capaces de inteligibilizar, discriminar, discernir qué es lo Real y qué es lo ilusorio.

¿Cómo se gana la capacidad de ver el mundo de esa manera? Se gana cuando el estudiante aprende que la representación dialéctica, lógica y racional de las cosas tiene sentido exclusivamente en un marco asociado al presente. En la medida que a lo largo de los años o de las vidas la mente va ganando en madurez para no adentrarse sin sentido en los terrenos de la fantasía y de la imaginación, va aflorando una condición que permite que los pensamientos y las emociones no inunden, no aneguen la percepción cuando no corresponde. Se parece a cuando una hoja de acero va aguzando su filo al ser raspada con una piedra adecuada.

Inicialmente el camino del gnana, el camino de la discriminación interior, suele ser un tanto árido. Sin embargo, en tanto que el sistema nervioso se adecua a esa nueva condición, se afina el discernimiento, de manera que se aguza el conocimiento, el saber, pero de un modo absolutamente diferente. El saber ya no es solamente una preocupación, un discurrir sobre temas abstractos o teóricos. Se convierte en alegría. La alegría de la no-duda que existe en el saber mismo, la alegría de que lo que se conoce es eterno e inmutable. Genera un síndrome de contentamiento, de bienaventuranza, al poder representar el mundo bajo la comprensión de un nuevo saber que deviene de una mente totalmente madura.

La raíz “gna” se traduce como “conocimiento”. En su sentido superior, que es el que se plantea en el Advaita, es el conocimiento vivo, directo, que permite discriminar entre lo Real y lo ilusorio, y es el que permite a los gnanis, a los conocedores de Brahman, reconocer la esencia inmortal de todas las cosas.