Los Vedas, los textos básicos en los que se sustenta la tradición hindú, están divididos en dos grupos principales: unos inciden en la importancia de la regulación de la acción, determinando al pormenor todos los aspectos referentes a la vida cotidiana, incidiendo con especial énfasis en el modo de realización de los yagnas (sacrificios), especificando al detalle sus entresijos…; en definitiva, priorizan la acción y son llamados karmakandas. Otros, los gnanakandas, desarrollan una perspectiva más interior, más dirigida a profundizar en el conocimiento, específicamente en el discernimiento metafísico, como clave para acceder a la liberación personal de la ignorancia primera o maya.
Dentro de la cultura india se generó una dicotomía entre quienes propugnaban la acción como vía para obtener resultados, los karmanishtas, quienes buscaban un trasfondo de liberación mediante la misma acción, karmayoguines, y quienes lo hacían mediante el discernimiento metafísico, gnananishtas.
Es el Bhagavad Gita quien reconcilia de manera magistral, a través de su contenido, todas esas divergencias. La grandeza del Bhagavad Gita es que reconcilia la Acción con el Conocimiento, como ningún otro texto de ninguna tradición lo hace. Es el único libro que, abordando a profundidad los entresijos de la acción e inmiscuyéndose en detalle en los terrenos del conocimiento, a veces incluso de manera poética, no solo no plantea ambas opciones como divergentes sino que las presenta como necesariamente complementarias para derivar en la suprema síntesis final de la Liberación. He ahí otra de las principales razones por las que en verdad hay que considerar este texto como incomparablemente único.
