El karma yoga se fundamenta en dos ideas básicas: primera, la acción realizada ha de ejecutarse sin buscar el resultado que de ella puede derivarse; segunda, la acción debe realizarse ausente del sentido de propiedad personal.
Es normal para el ser humano actuar buscando el fruto de la acción; sin embargo, la acción se ha de realizar por la responsabilidad que tenemos con nosotros mismos y con el entorno, y no por el fruto que podemos allegar de ella. Nota cómo la mayoría de las acciones que a diario realizamos, por no decir todas, son realizadas buscando resultados. Cualquier tarea, desde trabajar a diario en una empresa hasta ahorrar dinero en el banco, pasando por lo que sentimos y queremos, siempre está enmarcada por los resultados que anhelamos en cada caso. Buscamos ser felices y vivimos realizando acciones en la dirección en que podemos lograrlo. No es que ello esté mal, no es eso. Simplemente la acción debe realizarse, pues es imprescindible hacerla debido al prarabdha karma que nos impulsa a ello; estar vivos nos impulsa a actuar. Trabajar es necesario, y la paga mensual es producto del contrato establecido entre patrón y empleado. El trabajo ha de ser realizado por el compromiso contractual y no por los resultados que de él podemos obtener. La paga misma es el resultado natural, la consecuencia espontánea de la labor realizada. El compromiso de trabajar basta para hacerlo de la mejor forma posible y en esta simple y llana realidad se esconde la inmensidad de una forma de vida.
La acción nos encadena en la medida en que la convirtamos en algo que no es: un inexistente futuro. Esta vida que vivimos es la suma de consecuencias previas y lo que en ella sucede no depende del fruto que deseemos. Si fuera así, podríamos evitar la enfermedad, el dolor y la muerte con nuestra voluntad, pero las cosas llegan porque están preestablecidas en razón de causas previas, la gran mayoría olvidadas en la noche de los tiempos.