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Estados de conciencia: Observación (III)

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La ausencia de información sensoria impide el reconocimiento del mundo externo. La desconexión sensoria aísla al sujeto en el mundo interior. Los objetos externos cada vez cobran menos fuerza y son reemplazados por la naturaleza esencial de los objetos ideales El mundo interior cobra vigencia cuando la atención del sujeto se identifica con los objetos mentales. Cuando la atención se sitúa dentro bajo una modalidad de intensidad presencial que no requiere voluntad alguna, es posible lograr un nivel de asombro interior que diluye todo pensamiento como pompas de jabón.

La correcta presencia en el mundo “dentro” dota a la cognición de la ausencia de pensamientos, emociones o sentimientos. A medida que la atención presencial se mantiene en el interior, la cognición atestigua la ausencia de objetos mentales. Dicha atención presencial es la suma del asombro y novedad con la que es posible descubrir nuestra interioridad sin que medie interés, voluntad o deseo por hacerlo.

Advertir los pensamientos sin identificarse con ellos hace que todo objeto mental desaparezca. En la medida que desaparecen pensamientos, emociones, pasiones y sentimientos, el atestiguamiento de su ausencia cobra mayor predominancia. A dicha prevalencia del testigo sobre los objetos de cognición le denominamos Observación interna.

El hecho de ser sujeto de un mundo carente de pensamientos interiores otorga una nueva forma de representación de la realidad. Ser testigo atento del inmenso vacío mental otorga un sentido de estabilidad cognitiva poco frecuente en el ser humano. Testimoniar un mundo sin límites, completamente homogéneo y carente de todo atributo dialéctico, lleva al descanso y a un solaz excepcional. Dicha experiencia de Observación interior es una modalidad de presente, una nueva forma de descubrir un universo que desafortunadamente la mayoría de los seres humanos desconocen.