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Estados de conciencia: Concentración (II)

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En la Observación interior, es decir, aquella que se realiza dentro y que opera mientras los sentidos están momentáneamente desconectados, el testigo de la cognición observa como diferente de sí la vacuidad que surge en sí mismo gracias a la ausencia de todo pensamiento. Cuando la experiencia intensa producida en Observación se hace permanente, espontáneamente el testigo de la nada se convierte en objeto de atestiguación de sí mismo. Cuando esto ocurre, esto es, cuando la atención se convierte en objeto de la atención misma, el universo interior se transforma y emerge una nueva representación mental de la realidad. La simultaneidad de observador y observado se hace evidente a la luz de un flujo de conciencia que asume la primacía de la cognición y que atestigua que lo conocido es no-diferente de ella, esto es, la conciencia que conoce y simultáneamente la conciencia que se conoce.

En este estado de Concentración interior, el sentido de tiempo y espacio psicológico se resquebraja dando lugar a un continuo simultáneo de tiempo y a una representación ubicua del espacio. Sujeto y objeto se experimentan en todas partes del campo de cognición y en todo momento de manera idéntica. Esta portentosa forma de cognición es profundamente estable, pero no llega a ser suficientemente inmensa como ocurre en la Meditación.