En la Antigua tradición oriental hindú, y siguiendo los cánones del Satya Yuga, se plantearon cuatro estadios de vida:
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Brahmachari. Estudiante. Es la etapa inicial de aprendizaje. Se aprovecha la tendencia natural del ser humano a la observación en sus primeros años de vida para que se instruya hasta aproximadamente los doce años.
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Grihastra. Matrimonio. Acabada la etapa del aprendizaje, el individuo se aboca al mundo, a la vida, a la sociedad, y crea una familia. Se habilita la posibilidad de que el individuo realice y consuma sus tendencias kármicas de actuar para con el mundo. Dicha etapa expira cuando los hijos han crecido y son independientes. Esta etapa ofrece la comprensión que otorga la experiencia de vida, gracias al cumplimiento dhármico de los compromisos y responsabilidades personales y sociales
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Vanaprastha. Aislamiento. Cuando los compromisos sociales y familiares ya han sido realizados, los esposos asumen una condición de interiorización. ¿Por qué? Porque después de haber completado todos los anhelos de conocimiento, después de haber consumido todos los compromisos inherentes a la vida social, solo queda el anhelo de responder a las preguntas fundamentales sobre sí mismo en un entorno que facilite dicho proceso; el medio adecuado para lograrlo es el aislamiento.
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Sanyasin. Renuncia. Después de recorrer las tres etapas anteriores se produce el aislamiento total. Finalmente la respuesta última no está en alguien o en algún lugar sino en uno mismo. Esa respuesta final sobre la esencia natural de lo que soy, sobre la esencia primaria y genésica de la existencia solamente puede darse en el mismo perceptor, en su propia realidad. Entonces, se aísla. Cesa todo compromiso con el mundo. Solo perdura el compromiso con su propia realización interior, el compromiso con la realización del Ser.
Estas cuatro etapas se establecían para las castas de los kchatryas, guerreros, y de los brahmines, sacerdotes. Pero, aunque las otras castas estaban excluidas de este proceso, lo cierto es que cualquiera que descubriera en sí mismo la condición ultérrima de la realidad, ya fuera vaysa (comerciante), sudra (oficio servil) o paria (descastado), ese adoptaba la condición de sanyasin.