Asistente: Entonces, todo se basa en la entrega.
Sesha: En la entrega del “yo” mediante la experiencia integradora del amor.
Asistente: En la entrega del “yo”. Pero, ¿no es cierto que al final es la Gracia la que permite que suceda o no?
Sesha: Sí. El amador espera siempre la decisión del Amado para su aceptación. Cuando realmente te entregas ya nada depende de ti.
Asistente: Lo relevante no eres “tú”. Es cierto que tienes que estar abierto a que suceda pero, cuando se da, realmente “tú” no intervienes en nada. Entonces, no solo es entrega. Es como si yo me sentara a un lado de una puerta cerrada con pestillo y quisiera pasar al otro lado. Por mucho que me entregue, la puerta se tiene que abrir del otro lado, ¿no?
Sesha: Así es. En Occidente hay un término muy bello que denominamos como “la Gracia”. Es decir, que sin el favor de la Divinidad no se produce la Visión. También en Oriente hay ciertos autores que hablan de la Gracia, o del favor de la Divinidad para escoger a quién Se muestra o el momento adecuado para hacerlo. Ese es un término muy bello… que justifica muchas veces el no lograrlo. La Gracia se parece al sueño: no depende de mí, llega sin que uno lo quiera. Otros autores hablan de lo inevitable de la experiencia mística, mas no reconocen la necesidad de la Gracia. Introducen un elemento nuevo: la experiencia mística como acto libre, no dependiente de la Divinidad a quien se Ama. Ello permitiría a cualquier persona vivir el Rapto, porque quien posee las condiciones para hacerlo y encuentra el momento oportuno no necesita nada más que su propio corazón y su propia libertad para lograr la experiencia. Desde mi perspectiva puedo decir que cuando no hay quien se pregunta cómo llegar allí, es más fácil llegar. La pregunta solamente tiene sentido en el mundo de los no-místicos y de quien no ha tenido la Visión de Dios ni el Rapto Divino; en el mundo místico las preguntas no tienen sentido alguno.