No debe confundirte el decir que debes abordar la vida sin apetencia de fruto y sin egoísmo; tampoco el que afirme que debes estar atento como mecanismo de vida.
El mundo de las emociones es francamente confuso y cambiante. Más allá de esta forma de sentir hay valoraciones internas más estables e intensas que las mismas emociones.
Hay experiencias internas, a las que llamaremos exaltaciones, cuya raíz es profundamente más estable. Dichas exaltaciones son maravillosamente constructivas y no poseen el sesgo de momentaneidad que tienen las simples emociones. La vivencia de percepciones estables recrean formas de sentir a las que el ser humano no llega. La valoración de la estabilidad en el sentir lleva a la libertad emocional.
Entonces deviene la alegría; la alegría del saber, de ser. Emerge la alegría de la ausencia de dudas; nace la alegría de enfrentar el mundo bajo una comprensión tan libre y absolutamente elegante que la única respuesta a cualquier inquietud es el silencio, el silencio que otorga el Saber.