¿Sobre qué aspecto basan la filosofía y la psicología la creencia de un “yo” real si no es desde la perspectiva de su continua apariencia empírica? Sin embargo, evita cualquier sugerencia o axioma absurdo sobre la perenne realidad del “yo” e intenta por ti mismo indagar qué tipo de existencia emerge antes del momento mismo de la aparición de cualquier pensamiento. Sé observador concienzudo de tu propia capacidad de conocer y lánzate a experimentar tu mundo interior. Sitúa la atención en estar simplemente “presente”1. No te esfuerces por ser o parecer. Diluye toda tensión. Permanece libre de todo anhelo y tan sólo permítele a la conciencia ser partícipe de su inherente naturaleza: conocer. Ahora, desde allí, conoce, conócete y siéntete perplejo ante la ilimitada realidad que vives. Verifica entonces, desde tu inconmensurable experiencia, esa tu ilimitada y no-diferenciada naturaleza. Podrás lograr a satisfacción la vívida experiencia No-dual siempre y cuando aciertes en permanecer en el “presente que acontece”. Fuera del presente que acontece la percepción es solo memoria; el “yo” es sólo memoria.
Los antiguos orientales notaron que la experiencia interior que extingue la aparición de pensamientos y crea la tan anhelada No-dualidad coincide con lo que solemos denominar “presente”. El presente, más allá de interpretarse como una actividad temporal, implica una actitud cognitiva de alerta, sorpresa y novedad. El presente implica situarse sin expectativa alguna y conocer a las cosas siendo, sin adosarles nada de nuestra propia cosecha mental, y es un concepto muy importante del cual parte toda una filosofía de vida. La experimentación de eventos presenciales implica la ausencia de yoidad mientras se los realiza; el sentido del “yo” no se aventura a aparecer a la luz de la conciencia mientras el presente permanezca como eje central de la cognición, siendo la única actividad que, al experimentarse continuamente, induce a la vez la ausencia continua de yoidad.