Ha de entenderse que el Advaita en ningún momento niega la evidencia tácita de la existencia egoica, tan sólo no comparte la avidez con la cual otros sistemas filosóficos o psicológicos se empecinan en otorgar al acto consciente una realidad que emana del ente egoico. Para el Advaita, el individuo y su “yo” psíquico o filosófico no existen por sí mismos ni independientes de Brahman o Seidad Absoluta. En el caleidoscopio de los cinco estados de conciencia que analiza el Advaita existen modalidades cognitivas donde el “yo” asume el rol momentáneo de entidad consciente, pero debe aclararse que en dichos estados cognitivos el “yo” es indescifrable, completamente momentáneo, y no pasa de ser una actividad más del funcionamiento mental. En los estratos de cognición estable, aquellos que tienen que ver con la experiencia No-dual, es posible experimentar que el universo mismo, junto con las diversas actividades que operan en la mente, asumen una naturaleza No-dual.
El Advaita acepta como válidos e integra a su propia dinámica epistemológica parte de los postulados occidentales, al igual que el raja yoga hindú. El raja yoga intenta dar unicidad de apreciación teórica y práctica a los diversos procesos mentales. Para ello esgrime cuatro diferentes estados de conciencia en los cuales el sujeto puede representar y experimentar el mundo; algo así como la posibilidad de analizar el agua en sus tres estados físicos: líquido, sólido y vapor. Estos cuatro estados de conciencia difieren esencialmente en la manera en que los constitutivos mentales se presentan y son: Pratiahara, Dharana, Dhyana y Samadhi.