A medida que pasa el tiempo, y si eres profundamente observador de los innumerables eventos que están aconteciendo a tu alrededor, algún día notarás que el universo toma dirección en función de tu karma y que dicha dirección se advierte independientemente de tu propia voluntad. La vida, por lo tanto, no es más que la expresión presente del propio karma, ya sea a nivel individual o colectivo. Nadie decide; el karma simplemente expresa en forma de presente las consecuencias previas de las acciones realizadas.
El ser humano debe obligatoriamente actuar, pues ello es parte inherente de la vida; sin embargo, haciéndolo, cree que es él quien realiza la acción, o cree que es él quien toma la decisión de no hacerla. Tu historia te hace creer que eres “algo”. Recordar tu pasado te hace propietario de él. Evidentemente quien es dueño de su historia es tan inexistente en el presente como la historia misma que recuerda y de la cual se apropia. El presente, que no es historia, no tiene dueño, no hay “yo”. Crees que eres “algo”, “alguien”, simplemente porque te recuerdas. Tu error es creer que al ser dueño de tu pasado lo eres también de tu presente. El presente es libre, simplemente ocurre, no depende de ti ni de ninguna decisión que tomes.