El hecho de que asumas una responsabilidad, por ejemplo en el trabajo, te permite no solamente colocar allí tu energía sino también todo lo que eres. Gracias a esta condición allí es más fácil realizar el Dharma puesto que es la acción que corresponde hacer.
Todos tenemos un trabajo, todos tenemos una serie de compromisos y responsabilidades. Asumir justamente esta condición bajo la suerte de la no yoidad y la no-apetencia de fruto de la acción, es lo que nos permite convertir el trabajo en un mecanismo de liberación.
Planteamos básicamente cuatro tipos de acción: inacción, acción obligada, acción recta y renuncia de la acción.
Con inacción, nos referimos a las personas que teniendo que cumplir una responsabilidad no lo hacen. El hecho de no realizar la acción que por compromiso deben tener genera karma por omisión.
La acción obligada implica asumir una acción cualquiera real o ideal pero contaminada con el sentido de apetencia de fruto y sentido de yoidad. Dicha acción genera una consecuencia eslabonada por el yo, es decir, crea karma.
La recta acción, aquella acción física o ideal que no genera karma; la que se realiza sin apetencia de fruto y sin sentido de yoidad o egoencia.
La renuncia de la acción es aquella en que se renuncia al compromiso de la vida debido a que tiene la comprensión plena de sí mismo, de su propia realidad y no se confunde por la ilusión ni la ignorancia.
La acción más valida es la renuncia de las obras porque implica una comprensión de la naturaleza esencial del ser humano. Pero mientras no se tenga dicha comprensión total, es necesario intentar renunciar al fruto de la acción. Pero realizar la acción evitando realizarla sin sentido de yoidad suele ser difícil, razón por la cual se termina encadenando a la consecuencia de los actos realizados.