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El logro de la felicidad

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Antes del nacimiento físico y como núcleo individual y social del futuro ser humano, una fracción del karma sanchita conformado por los hábitos y condicionamientos más fuertes definirá los patrones sobre los cuales se desarrollarán cada uno de los koshas y el mismo entorno social que perdurará durante la vida. Las pautas desde las cuales evolucionará el curso de toda la vida, y que no son más que una parcial expresión del karma sanchita, se denominan karma prarabda. Y aunque dicho karma prarabda es inmodificable, debe experimentarse total y completamente. Imagina el mismo acto del nacimiento comparado con el instante donde un arco tensado suelta la flecha: son las condiciones físicas, viento, temperatura, presión atmosférica, velocidad, etcétera, quienes determinan el trayecto de la flecha y jamás, una vez lanzada la flecha, la voluntad del arquero. Así entonces, son las causas previas las que determinan los ambientes individual y colectivo de quien encarna en un cuerpo, y nunca la voluntad del nacido podrá cambiar la dirección de las consecuencias, en esta vida, de sus actos pasados. El encadenamiento kármico provee nuevamente de actor y acción, ambos diferentes y asociados a una realidad dual.

Por lo tanto, la vida además de ser necesaria es obligatorio vivirla de la manera más diestra. El objeto final es el logro de la felicidad. Pero dicha felicidad no es un planteamiento mental o emocional, sino la bienaventuranza que provee la cognición de los eventos no-duales. La educación mental que requiere cualquier individuo para poder modificar la cognición y llevarla a la experiencia de nuevos estados de conciencia requiere de la realización de la “recta acción”. Solo así no aparecerá nuevo karma y con él el “yo” y la dualidad mental, sumado todo al incierto futuro que imprime el samsara.