Los Objetos que conforman el universo se pueden diferenciar los unos de los otros gracias a la distancia que entre ellos opera. Se presupone como axioma que todo Objeto ocupa un lugar en el espacio y que el mismo espacio no puede ser compartido simultáneamente por ningún otro Objeto.
En el plano físico es posible denotar de forma práctica el límite espacial relacionándolo con la distancia, con la medida. A su vez, en el nivel psíquico, el límite espacial puede ser interpretado por la conformación de los entes: Sujeto y Objeto. Al conocimiento se lo define como la capacidad del Sujeto de aprehender un Objeto. ¿Por qué es necesario el conocimiento? Debido a la presunción de diferenciación que existe entre ambos. Objeto y Sujeto se encuentran en los extremos, el poder de conocimiento actúa entre ellos como puente. Según sea la manera de relacionar Sujeto y Objeto, ya
sea “con” o “sin” distancia, se favorece la apreciación de contenidos Particulares o Totales.
La más primaria diferenciación cognitiva que se puede realizar del universo que se observa es particionarlo en forma de Sujeto y Objetos. La unión del Sujeto, como potencial ente de percepción, y del Objeto como potencial contenido a ser percibido, constituye las dos primarias formas del espectro cognitivo.
El Sujeto tiene la capacidad de diferenciarse de cualquier otro Sujeto, y relaciona, de acuerdo a sus propios procesos internos, las representaciones externas u Objetos. El Sujeto es la expresión mínima cognoscitiva1. El Sujeto es activo y se
evidencia a sí mismo por introspección.
La Conciencia es la actividad gracias a la cual el Sujeto se evidencia cognitivamente a sí mismo y evidencia simultáneamente los Objetos, es decir, el acto de Saber y Saber que se Sabe.
1 No es posible aprehender contenido mental más pequeño que la fracción ideal denominada “yo” o “yoidad”.