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El limitante de frontera

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Todo Objeto o Sujeto que forma parte del universo posee una frontera que lo delimita de cualquier otro ente. De no existir la frontera, los constituyentes gozarían de identidad entre sí.

Las fronteras denotan que el contenido tiene un límite. Al contenido, ya circunscrito y diferenciado por un Sujeto, le es asignado mentalmente “nombre” y “forma”. Al expresar el vocablo -casa, parque, asiento, niño, cielo, nubes, etcétera- se avala la existencia de múltiples condiciones de vida; y cada una de ellas ha de poseer su propia identidad, razón por la cual debe existir necesariamente una barrera que permita distinguir y diferenciar uno de otro ente. La condición de diferenciación que acontece “en el aquí y el ahora”, entre uno y otro constituyente, crea sentido de diferenciación en el Presente, denominado limitante de Frontera.

Tomemos el ejemplo de una simple gota de agua que cae rauda en dirección del lecho de un río. La Frontera de la gota permite diferenciarla del espacio externo que no es definible como gota. A lo que no es gota de agua es viable llamarlo espacio, valle, flores, árboles, etcétera, o cualquier otra expresión que denote una realidad individual diferente.

Ahora la gota ha hecho contacto con la superficie del río. Antes de caer era lícito afirmar su existencia e identidad como gota de agua; sin embargo, al caer al río, la frontera de la gota no está presente. Es posible interpretar la aparición de una nueva frontera, un nuevo límite a la gota que ahora hace parte del río: el cauce.

Esto permite concluir que todo ente, absolutamente todo contenido que pueda ser interpretado bajo la apreciación de “nombre” y “forma”, posee una frontera que lo diferencia de cualquier otro contenido. En el ejemplo, se reemplazó la frontera esférica de la gota por una nueva Frontera asociada a muchas gotas: río, cauce, superficie, etcétera.

Toda Frontera es cambiante, inestable, discontinua. No existe Frontera permanente. Una Frontera puede expandirse e incluir muchos entes en uno; por ejemplo: el cuerpo humano, bóveda celeste, árbol, etcétera. Puede existir una frontera tan amplia o tan reducida como se desee. Desde aquello que diferencia una galaxia respecto de otra hasta la delimitación de un pequeño átomo respecto de otro. Las Fronteras son compartidas por aquellos entes a quienes limita. Es decir, entre el dedo y su uña debe existir una Frontera que diferencie un ente del otro; la Frontera no puede ser exclusivamente de uno de ellos.

El limitante de Frontera, asociado al limitante Espacial, crea las condiciones “dentro” y “fuera”, es decir, sitúa un Objeto “dentro” o “fuera” de una Frontera y a un Sujeto, “dentro o fuera” de una Frontera. Una de las Fronteras más característica del ser humano, en el entorno de la percepción, es la condición sensoria. Todo contenido externo experimentado a través de los cinco órganos sensorios físicos define el mundo como “fuera”. A su vez, todo contenido interno experimentado sin que medien los cinco órganos sensorios hace parte del mundo de “dentro”.