El libre fluir de las singularidades
Autor: Eloi Campos
La singularidad de cada uno no nos identifica como Ser / Existencia / Felicidad, y la singularidad de cada momento no representa la verdadera naturaleza de la vida (Lo Real).
Sin embargo, en todo momento, en este continuo fluir de la realidad, surgen hechos y relaciones, y siempre estamos involucrados en las relaciones, para bien o para mal. Donde las singularidades – hábitos y habilidades – son manifestaciones efímeras y singulares que, aun siendo frutos del pasado, los hechos y la memoria tienen una causa que los precede – Prarabdha karma -, cuando se manifiestan, son totalmente independientes del pasado. Y la libertad está en decidir en cómo lidiar con ellos.
Lo que surja en este fluir de la realidad, y todo surge independientemente de la voluntad de nuestro protagonismo, será siempre un nuevo campo de información que puede solicitarnos algo más que la atención, pidiéndonos también una acción.
Hay un continuo fluir de eventos (informaciones) internos y externos. Y así tenemos la singularidad de cada evento que a través de los sentidos la reconocemos directa o indirectamente, y hay la singularidad interna, o sea, el movimiento de la materia mental – la memoria – de cada uno (individuo). Es esta singularidad que identificamos a través de la mente, en respuesta al movimiento de la realidad que componemos, que puede ser manifestación de los hábitos o de las habilidades.
Desde el punto de vista de la Meditación Vedanta Advaita Sesha tenemos, como reconocimiento primario, dos Campos de Información Cerrados: un mundo externo, los hechos, y un mundo interno, la mente. Y estos campos – el movimiento de las singularidades – pueden ser atendidos a través de una Atención Eficiente A.E.
La no identificación de estos diferentes Campos de Información, internos y externos, ya que sus existencias suelen ser automáticas e inconscientes nos imposibilita tener la autogestión, tener orden en nuestra propia mente y en consecuencia vivimos nuestra caótica vida cotidiana. Dado que el mundo interno no es en verdad resultado del mundo externo, la reacción interna automática es la respuesta habitual que damos al mundo externo y no su consecuencia.
Lo común es que, cuando percibimos por un momento a través de los sentidos lo que la realidad presenta en el presente cognitivo, inmediatamente la atención se dirige al mundo interno e inconscientemente nos identificamos por hábito con la información que surge en la mente – en la memoria – y por la cual, reaccionamos ante la realidad.
Es como si la mente tomara habitualmente una foto de la realidad e inmediatamente generase una película en la mente, y la respuesta que se da a la realidad será más debida a la película en particular (interpretación de la realidad) que a la realidad momentáneamente percibida por los sentidos. Y esto ocurre de forma secuencial y muy rápidamente debido a la agilidad del cerebro para procesar la información.
Consideramos en el estudio y práctica meditativa, que, debido a esta reacción automática y condicionada de la mente, la persona que se encuentra así estará siempre reaccionando a la realidad con fantasía e imaginación, viviendo en su mundo privado de juicios e interpretaciones, en función del << gusto y no gusto >>, <<quiero y no quiero>>, apareciendo así, hay un protagonista continuo ante la realidad. Esta no aceptación de lo que está sucediendo es lo que crea el mayor estrés en la vida de una persona. El sufrimiento se debe más a la interpretación de la realidad que a la realidad misma. La naturaleza singular de cada individuo, como expresión temporal, se presenta por hábitos y habilidades y de ese modo se construí y mantiene el cotidiano.
Pacificar la mente es desarrollar una capacidad de autocontrol para no reaccionar ante la realidad de forma automática, y poder aceptar la vida como se presenta ante nosotros – Dharma. Aprender a tratar de responder de manera natural, inmediata y constructiva al entorno en que estamos solo es posible con una mente ecuánime. A este estado de no reacción, de recta acción, lo llamamos Estado de Concentración Externa, que es la base de esta mente ecuánime. Este es el primer estado de expresión de la Conciencia que buscamos en la práctica meditativa.
Tener la humildad para aceptar lo que pasa en el continuo fluir de la singularidad externa es una condición cognitiva de equilibrio e inteligencia, porque lo que pasa ya está sucediendo. Este estado pacífico de A.E. no es complicidad, irresponsabilidad u omisión ante la situación, sino que, a través de la A.E., podemos tener una percepción correcta del presente cognitivo y nos acerca a soluciones inteligentes, inmediatas e intuitivas; siempre alineadas con las responsabilidades que tenemos ante la realidad inmediata, ya sea personal, familiar o profesional.
Por ello, es muy importante primero pacificar la percepción interna – desarrollar la auto observación -, es decir, tener la percepción pacífica de la propia mente, buscar aprender y comprender el movimiento natural de la materia mental, la cual identificamos como memoria. Es en ella donde se encuentra la información que surge por hábito en un movimiento desordenado y reactivo. Hay que buscar impedir el apego a la memoria y también que surja un falso observador de la mente.
El problema entonces no es que estas informaciones reactivas – los hábitos – aparezcan en la memoria, sino que nos identifiquemos con ellas de forma inmediata e inconsciente. En cada momento surge un protagonista, un <<yo>>, asociado a una historia en particular. Aquí, también se necesitará humildad para identificar esta información reactiva interna y así crear una distancia respecto de ella. Esta capacidad de aprender a desapegarse de la información reactiva que surge en la mente comienza a través de la correcta auto observación, del autocontrol y con la debida reflexión. Esta auto observación, esta percepción correcta de las singularidades que presentamos como hábitos y habilidades – autoconocimiento -, es el principio de lo que llamamos en la práctica meditativa Estado de Concentración Interior.
Así, con el tiempo se manifestará una sinergia constructiva e inmediata entre las singularidades del mundo externo e interno. Aprender a tomar distancia de los hábitos y desarrollar las habilidades son prácticas meditativas eficientes. Esta inteligencia emocional, debido a la comprensión, nos permitirá poco a poco, vivir estados más estables de expresión de la Conciencia: Concentración, Concentración no-dual y Meditación.
Pero al inicio de la práctica meditativa tenemos que dedicarnos a lo principal, inmediato y necesario, que será la organización de nuestra vida cotidiana, que es el resultado de la organización del mundo interno mismo.
Sin una comunicación intrapersonal sincera, no será posible una comunicación interpersonal eficiente y constructiva.
Eloi Campos