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El karma como base de un universo dual

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El sentido del “yo” es la pieza fundamental en el andamiaje del karma. Se denomina karma a la relación fundamental que crea, en un mundo dual, el sentido de relación entre causa y efecto. Sin embargo, el karma busca esencialmente mantener el sentido cognitivo de dualidad, impulsando la perdurabilidad del “yo”. La razón esencial de la causalidad es promover el sentido de existencia individual en las consecuencias de los actos realizados, es decir, la perdurabilidad del “yo” es la razón de ser del karma. Por lo tanto, el karma no castiga ni premia, simplemente permite el desenvolvimiento espacial y temporal del universo dual. En dicho universo dual existen como elementos constitutivos fundamentales sujeto y objeto. La predominancia del sujeto y su sentido de continuidad es la base de un universo dual.

El karma no concede ninguna importancia a la acción; ni siquiera a las buenas o malas obras. El encadenamiento que el sujeto advierte por identificación a la acción es la razón de ser de su propia existencia personal e individual. Sin dicho encadenamiento no existiría “yo”, personalidad, o sujeto alguno consciente e independiente de lo conocido.

Retirando el encadenamiento que se advierte por la errónea creencia de la existencia independiente del “yo”, el universo dual que se percibe se colapsa y da inicio a la percepción No-dual de la realidad. Ninguna acción buena experimentada con sentido de “hacedor” lleva a la experiencia No-dual. Todo acto realizado por quien se estima “hacedor” y “propietario” de la acción genera encadenamiento con la consecuencia de dicho acto. La perdurabilidad del encadenamiento genera samsara, y con él la continua y cíclica dualidad del placer y el dolor.