El Gran Secreto no se esconde en objeto alguno que requiera ser conocido; lo esencial consiste en el tipo de atención con el que percibes. No existen objetos sagrados, lo que sí existe es una modulación de la atención que lleva a que la cognición se conforme como No-dual.
De nada sirve vagar por los libros sagrados o buscar lugares mágicos. Todo ello es una pérdida de tiempo. Lo que sí vale es cómo percibes la simpleza de una flor o la intensidad de las nubes o del cielo estrellado.
El mar solo es agua cuando se lo percibe diferente a quien lo conoce, pero adquiere la maravilla de ser un trampolín a la No-dualidad cuando la atención lo ausculta con la simpleza de situarlo en el Presente. Entonces el mar es más que un objeto para quien lo percibe, convirtiéndose en el simultáneo espacio que lo acoge y el simultáneo tiempo en donde vive.
La No-dualidad es la plataforma cognitiva donde Lo Real se revela. Es la fuente esencial de Saber y el origen de todo lo que debe ser conocido. Descubrir su entorno es descubrirse a Sí mismo, pues es el medio que acoge la verdadera expresión de lo que debe ser conocido cuando la mente apunta a la percepción de cualquier objeto.