Estudiante: ¿Cuál es el origen del ego? ¿Por qué nuestra mente crea al yo? ¿Es para nuestra «evolución»? ¿Cuál es su objeto de ser?
Sesha: El nacimiento del ego es realmente el más grande de los misterios. Se lo considera una realidad ilusoria y, a la vez, una ilusoria realidad. Su naturaleza no tiene sentido y, sin embargo, aparentemente existe por experiencia directa.
Al ego se lo considera tan real como una fracción onírica o como una fantasía. La teoría que expresa más claramente la existencia del ego es maya. Maya representa la realidad de una ilusión, el espejismo en un desierto, la suma de eventos inexistentes vistos como reales, tal como acontece en un sueño.
Estudiante: ¿La percepción egoica tiene alguna finalidad? O mejor dicho, ¿tiene alguna utilidad?
Sesha: Al igual que, por ejemplo, comer sostiene la vida física, de igual manera la función de identificación con la acción del «yo» sostiene su propia individualidad mediante el refuerzo y el egotismo. Una mentira continuamente repetida se convierte a la luz del ignorante en una verdad. Por ello la reafirmación mediante la identificación de la acción del «yo» permite al sistema subsistir como una unidad psicológica.
Estudiante: Cuando se habla de la dilución del ego mediante la práctica meditativa, ¿estamos diciendo en cierto modo que prescindimos de él?
Sesha: El ego no es una unidad independiente, sino una serie de funciones mentales que al entrar en no-dualidad simplemente se desdibujan como lo hace con el tiempo la marca de un juguete o la marquilla de una camiseta.
El sentido de identificación cesa, al igual que la actividad asociada al sentido de propiedad, cuando la atención fluye continuamente en un estado presencial.