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El dilema, tanto de la acción como de la cognición

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No debes infravalorar lo que sabes ni sobrevalorar lo que sientes. Podrás sentir o pensar de forma tan natural que puedas reaccionar al presente sin quien sienta ni quien sepa. Si sientes más, pero sientes tú, simplemente reafirmarás hábitos de conducta que te llevan a plantear una reacción futura o pasada basada en el sentir. Si piensas más, pero piensas tú, simplemente reafirmarás igualmente tu pasado o tu futuro basados en el intelecto, y con todo ello la permanencia de tu condición egoica.

Tu reacción no debe estar basada en defenderte psicológicamente ni en agredir. Lo que no puedes de ninguna manera es supervalorar una condición a costa de infravalorar otra, al igual que no puedes infravalorar tus manos para supervalorar tus piernas, ni infravalorar tus oídos para supervalorar tu boca. El dilema, tanto de la acción como de la cognición, es quién está atrás como sujeto activo y propietario de las acciones.

Puedes aprovechar el dinamismo y la fuerza de tu intelecto para convertirlo en razonamiento justo, preciso y firme. La mente intelectiva se convierte entonces en una herramienta maravillosa para escrutar la naturaleza de la realidad. Aferrarte a lo conocido creyéndote ser dueño del saber tan solo depara egoísmo y, con ello, dolor. Tampoco puedes infravalorar tu intelecto para supervalorar tu sentimiento. Siente todo lo que tengas que sentir y piensa todo lo que tengas que pensar, basta que no te apropies de lo que haces. Esa es la única salida que tienes para lograr algo de tranquilidad en la vida.

Se requiere aceptar tu naturaleza, recibir con contentamiento la vida que nos llega. Gracias a las acciones mentales y físicas que trae el karma podemos aprender y, desde ahí, crear justas certezas de lo que es real y de lo que es ilusorio.