Artículo publicado en revistaquialia.com, revista 3, año 2007 (revista semestral, Bogotá-Colombia)
La filosofía de Occidente tiene una deuda con la humanidad. Su ausencia de crítica y la falta de acompañamiento a los últimos avances de la física cuántica, hace notar que sus modelos especulativos epistémicos y metafísicos poco tienen que ver con los modelos prácticos de realidad.
La misma física clásica fracturó su concepto de realidad al permitir la instauración de un nuevo modelo donde espacio y tiempo dejaban de abordar un carácter absoluto, para pasar a tomar una naturaleza relativa. La contracción y dilatación del tiempo dependiendo de la velocidad de los sistemas inerciales, junto con la identidad matemática entre aceleración y los campos gravitatorios expuesto por Einstein, irrumpió a comienzos del siglo pasado como una nueva y refrescante forma de pensar sobre la constitución del universo.
La excusa para que la filosofía no se atreviera, y aún no lo haga, a especular sobre las consecuencias de las teorías cuánticas y sobre las nuevas ideas que sustentan la materia, tales como el Principio de Incertidumbre o la interpretación probabilística de la Ecuación de Onda de Schrödinguer, tiene que ver con el aparente respeto que cada disciplina académica tiene para que una isla de pensamiento no se relacione ni se entrometa con otra.
Al parecer filosofía y física son dos formas excesivamente diferentes de ver el mundo. Según parece, sus respectivas investigaciones se fundan en axiomas que desafortunadamente no encuentran lenguajes similares. La física, por ejemplo, usa las matemáticas como potente herramienta para investigar la naturaleza; el carácter deductivo de su operatividad permite la instauración del método científico como coherente modelo de investigación. La filosofía, en cambio, sustentada en el carácter especulativo, lleva a una relatividad de opiniones no universales.
La física se atrevió a cambiar, a modificar sus paradigmas e incluir hipótesis que si bien aún sus consecuencias no son claras, abren la brecha a un nuevo tipo de realidad más allá de la simpleza del realismo e idealismo científico. La filosofía, mientras tanto, prosigue la interpretación de opiniones de insignes pensadores que vienen desde Grecia antigua, y crean cada vez más y más escuelas de pensamiento sobre temas relacionados con la ética, la epistemología y la metafísica.
Algunos cambios de Paradigmas
La física cuántica ha introducido nuevos modelos respecto a nuestra apreciación de lo real. La misma física cuántica se sorprende de los potenciales alcances que sus teorías ofrecen, debido a la complejidad abstracta y a la extrañeza del mundo que es consecuencia de sus postulados. No por menos, Einstein jamás aceptó tácitamente las interpretaciones cuánticas y siempre supuso que no eran más que juegos matemáticos.
Resultados de las hipótesis cuánticas, como la interpretación probabilística de la aparición de las condiciones de la realidad o el concepto de simultaneidad , son apenas el inicio de un modelo falto de seguimiento y crítica por parte de la filosofía.
Asimismo, el Principio de Incertidumbre de Heisenberg muestra un carácter único y distintivo del universo antes de que pueda ser o no observado por un sujeto cualquiera.
El concepto de Colapso de la Función de Onda, junto con la paradoja del gato de Schrödinguer y la paradoja E.P.R. , muestran un interesante trasfondo sobre el cual es posible reflexionar sobre la naturaleza de la materia y de la realidad.
Éstas son pequeñas muestras de la inmensidad teórica de la física cuántica: Ideas que no han sido acompañadas por un trasfondo filosófico, conceptos cuya crítica filosófica es inexistente.
Una tarea por hacer
¿Por qué razón dicho silencio a la crítica de las nuevas ideas que sustentan los últimos adelantos tecnológicos? ¿Acaso es por respeto a la física y a la independencia de sus ideas? ¿Cómo instaurar un nuevo orden en el pensamiento mientras el pensamiento no se aúna y, más bien, navegamos siempre en direcciones distintas?
Dicho silencio demuestra la falta de ideas, el enclaustro en el que el pensamiento del siglo veintiuno se encuentra; el anquilosamiento de la mente como ente productor de nuevas soluciones al acto de existir. Por lo menos la física clásica se atrevió a salir de su estancamiento permitiendo el nacimiento de un modelo de realidad francamente novedoso.
No importa qué piensa Platón o el mismo Kant sobre la potencial existencia de miles de universos paralelos, circunstancia teórica a la que es posible llegar mediante elegantes análisis matemáticos. Nos preguntamos qué opinan al respecto nuestros actuales pensadores, cuyo estandarte repisado en el añil del pensamiento ajeno es cada vez más lejano del cotidiano vivir.
Antiguos y actuales modelos de pensamiento
Es entendible, entonces, que muchos divulgadores de la física cuántica adopten ideas extranjeras, es decir, conceptualizaciones nacidas de vertientes orientales con el fin de poder explicar o, por lo menos, acercar su discurso teórico a un soporte filosófico que sea aproximadamente paralelo a sus ideas.
La filosofía oriental, en este caso la hindú, es prolija en ideas novedosas que calzan como anillo al dedo respecto a ciertas abstracciones de la cuántica. Ideas orientales como la No-dualidad o Maya han servido a cientos de generaciones orientales y a algunas occidentales como motor creativo de nuevos modelos universales.
La filosofía occidental está anquilosada entre su modelo exclusivamente real e ideal. Ver el universo desde esta óptica dual limita profundamente la perspectiva de la realidad del universo. Oriente, a diferencia de nuestra tradición, concibió ideas tan profundamente abstractas como las que la misma física cuántica encontró.
Ideas orientales como la No-dualidad, que enfatiza la posibilidad de una cognición simultánea sujeto-objeto, relacionan la posibilidad de la expresión también simultánea onda-partícula. A su vez, los diversos estados de conciencia planteados hace milenios por Patanjali conducen al entendimiento del colapso de la función de onda planteado por la física cuántica.
Es decir, algunos modelos orientales de pensamiento forjan ideas similares a los expuestos por la cuántica. El análisis de los respectivos modelos podrían llegar a ofrecer un inigualable trofeo: la posibilidad de encontrar un modelo filosófico-científico de la realidad, algo así como la integración de todo el pensamiento que el ser humano es capaz de sostener, aunado con una experiencia viva y empírica del mundo.