El concepto “educación” tiene algo como lo tiene la palabra “naturaleza”; es algo limpio, algo fresco, algo que es natural por sí mismo; ni la enseñanza ni el aprendizaje de cualquier tipo de reacción son conducentes a educar. Muchas de ellas sí son conducentes a habituar o a manipular o a generar dependencia. Son conducentes a condicionar de una u otra forma, ya sea física o colectivamente o psicológicamente. Pero no toda respuesta que se da a un tercero lo ayuda a educarse, porque el concepto educación tiene algo que posee la naturaleza, es esa tendencia, esa faceta de viveza, de brillo, de espontaneidad, de naturalidad.