La ejecución de la “recta acción” lleva implícito no encadenar al actor con la acción, pues el actor no existe en ese momento en la acción. El ambiente natural sobre el cual se desenvuelve la acción se denomina dharma, “recta acción” o karma yoga. Quien cumple la acción desde esta perspectiva no genera excesivo gasto psicofísico pues, libre y sin esfuerzo, actúa estando inmerso en lo que hace.
Dharma es la acción ordenada que sitúa a quien actúa como parte de un orden natural y espontáneo donde no existe ni exceso ni defecto en el actuar. Dharma es una medida justa que se adapta a cada acontecer. Toda acción, por difícil o conflictiva que parezca, tiene una forma de hacerse rectamente.
Todo ser humano tiene un dharma, un deber supremo cuando ejecuta sus actos, y es el de utilizar la acción para realizarse interiormente. La misma naturaleza tiene también su dharma, su deber: el del sol es iluminar y dar vida; el de los animales, entre otras funciones, es el de servir de alimento a sus depredadores, y estos a los siguientes en la cadena alimenticia, con el fin de preservar la vida, etcétera. El dharma más alto del ser humano es el conocimiento de sí mismo.