Ha sido un error frecuente considerar que dharma es realizar una serie de acciones previamente determinadas por una instancia moral que establece que son las correctas. No es un tipo de acción que está en congruencia con una ley preestablecida. No hay acciones que sean dhármicas por sí mismas.
De hecho, ni siquiera hay acciones que sean más o menos dhármicas unas con respecto a otras. Predeterminar la validez de los actos en función de una serie de premisas da lugar a la ética, pero dharma no es ética. No lo es porque lo que vale no es la acción en sí, lo que vale es la actitud con la que se aborda la acción. Así, dharma es realizar la acción, cualquiera que esta sea, bajo una condición de ausencia de sentido de identificación egoica y de apetencia de fruto por el resultado de la acción.