La devoción es la capacidad de retirar el sentido de posesión de lo que se ama. El amor es un sentido de integración que existe espontáneamente entre todas las cosas. De hecho, la misma fuerza de gravedad sería la expresión física de ese sentido de integración. De forma análoga a como los cuerpos por tener masa se atraen, las cosas por existir tienden a integrarse. Pero esa fuerza no tiende a integrar lo existente en una unidad sino en una no-diferenciación. En el amor siempre siguen existiendo el amante y el amado, como en la cognición siempre existen el observador y lo observado. No pasan, en ninguna de las dos vertientes, a ser “uno”, sino que pasan a ser “no-diferentes”.
Es relativamente fácil darse cuenta de la continuidad de la conciencia, pero es difícil apreciar la continuidad del amor. Si la atención es con frecuencia vista como un proceso intermitente, con mayor razón se presume intermitencia en el sentir.
La fuerza integradora del amor posee diferentes niveles. En su expresión suma, donde se resalta la presencia misma de la No-dualidad, se denomina prema. Cuando el amor se expresa como una entrega profunda a algo o a alguien que sea fuente de enseñanza, un guru, una montaña, un libro, ello es bhakti, devoción. Y cuando la fuerza integradora que anida en el corazón va creando lazos con todas las cosas se denomina bhavana. En función de su particular naturaleza, hay quienes tienden a una u otra condición.
Los orientales pueden entender el amor como una total entrega. Los occidentales están acostumbrados a amar posesivamente a alguien: la pareja, un hijo… Pueden, incluso, llegar a matar o a morir por amor. En Oriente es frecuente ver a alguien lanzarse a los pies de un maestro, o lavándoselos, o incluso enjugándolos con sus lágrimas. Occidente no entiende estas circunstancias. No tiene educación en el acto de amar. Tiene educación en el acto de poseer lo que se ama. No está acostumbrado a facetas intensas y profundas de la devoción como bhakti y bhavana.
Así pues, lo que se hace evidente es que Oriente tiene la prolijidad detallada, sintética y específica en la descripción del amor como elemento consciente, transformador y detonador de la experiencia de la No-dualidad. Occidente está a años luz de dicha descripción, de ese lenguaje.