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Cuando empiezas a enfrentar un hábito

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Estudiante: En la medida en que avanzo en la práctica meditativa han quedado al descubierto muchos hábitos que yo ni sabía que tenía, especialmente uno, el del control, que aparece de forma muy fuerte, como si se me dispararan unas alarmas muy profundas que no puedo manejar. ¿Podrías orientarme?

Sesha: La cuestión que planteas es muy interesante. Mira, cuando empiezas a enfrentar un hábito, lo más común no es que este desaparezca, lo más frecuente es que el hábito se exacerbe. Si un hábito está realmente afianzado en ti y lo enfrentas, aparecerá con una dimensión mayor a la que antes tenía. En la medida en que profundizas en la indagación de ti mismo, empezarás a advertir algunos efectos mentales que te harán dudar con el fin de acaparar tu atención. El control es una de las formas más primarias de tu conflicto pero también uno de los elementos más complejos de tratar. Dicha duda alimenta tu mente y te lleva al caos, no lo permitas.

Ya hemos comentado que en esto pasa como con la drogadicción. Pasado un pequeño lapso de tiempo, aparece toda una sintomatología conocida genéricamente como “síndrome de abstinencia”. Con las conductas pasa lo mismo, al punto que uno puede plantearse: ¿para qué carajos me metí en estas complicaciones de la meditación, si antes por lo menos no sufría estas molestias y estos inconvenientes? La respuesta es que, en la medida en que desvistes un hábito mental, tiende siempre a sobresalir el centro que lo constituye. Finalmente el samskara se va dando cuenta de que, al no ser alimentado, aparecerá otro hábito que se sobreponga. Así, entonces, consume su propia energía para prevalecer. No les des a los hábitos más validez ni realidad de la que poseen. Si luchas contra ellos o intentas controlarlos o negociar o incluso hacerte su amigo, te van a consumir. Se trata simplemente de aplicar un poco de discernimiento, para evitar caer en las redes de tu mente.

Si tienes una espinilla en la cara, corresponderá dedicarle un ligero atisbo de atención y energía, y punto. Luego corresponde atender a las mil y una circunstancias que la vida continuamente provee. Si te obsesionas con la espinilla y te la rascas incesantemente, puede que hasta aparezca una infección. No se trata de alejarse de los problemas, se trata de darles la validez y la atención que realmente requieren, sin caer en el error de vivir a destiempo. Esa es la cualidad que, desde la perspectiva que estamos manejando, otorga el discernimiento. Entonces, no categorices tu hábito, no lo califiques como “bueno” o “malo”, no lo veas como un vicio o como un don, no lo veas como nada. Algún día, al observar la mente desde la no-dualidad, te darás cuenta de que la actividad mental es absolutamente vacía, sin estructura. Entonces comprenderás que no merece la pena dedicar más tiempo y energía a los problemas del que les corresponde en oportunidad de lugar y tiempo, y esa comprensión te hará libre.