Note cómo operan los diversos sistemas fisiológicos de funcionamiento corporal. La digestión o la circulación sanguínea ocurren “naturalmente”; nadie se preocupa de ello excepto si uno está enfermo. El mágico enigma de la vida acontece a cada instante en su sabia expresión, operando sin defectos ni excesos y sin la intervención de nuestra voluntad. Aunque parezcan involuntarias, las funciones corporales se adecuan a cada momento situándose en concordancia con el cansancio, la alegría o la vejez. Su actividad acomodativa y dinámica demuestra que su expresión se liga a la inteligencia y al orden mismo. Pero ¿qué inteligencia y qué orden adecua dicha actividad? ¿Cómo podemos estar sumidos en un universo que es perfecto y no darnos cuenta de su maravillosa exactitud?
Cualquier acontecer es perfecto en sí mismo y, sin embargo, todo acontecimiento natural de la realidad dual es dependiente de su propia historia. No puede existir una guerra, una hambruna o una celebración que aparezca existiendo independiente de un pasado propio. Todo aparece a causa de que el obrar del ser humano está teñido de consecuencias. El futuro jamás es inocente ni aparece por sí mismo. Sin embargo, el futuro es perfecto en sí mismo, pues se desarrolla en justa medida y acorde con el ambiente pretérito. El futuro no es más que el entorno próximo donde nuestra valoración podrá existir, donde nuestra egoencia podrá prevalecer. Crear futuro es calmar en el tiempo la sed de existir del “yo”. Identificarse con la acción es crear futuro; pero no un futuro independiente, sino un futuro que un instante cualquiera será presente, un futuro que en forma de presente se convertirá en un acto liberador.