Viajar y envolverse de los pensamientos es muy fácil. Incluso la linealidad creativa de la imaginación puede perdurar, pero todo ello lleva finalmente al caos y, de allí a un paso, al sueño.
Es aquí donde inicia la verdadera práctica meditativa. Debes ser consciente de que estás pensando, solo eso. Reconocer conscientemente que por un momento se ha perdido el norte y la mente amasa recuerdos agrupándolos en forma de imaginación y fantasía. Cuando el estudiante logra notar que su mente cabalga sin control y detecta que está pensando, entonces notará una de las mayores y sorprendentes situaciones: el pensamiento o el sentimiento, estructurado en forma de imaginación o fantasía, inmediatamente se corta.
Darse cuenta de que se está pensando es una manera de expresar la vivencia del presente. El presente no lo crea el individuo, pero en cambio sí puede reaccionar mentalmente ante él. El individuo crea su mundo interior, lo proyecta en forma de futuro o lo rememora en forma de pasado. Ser consciente de pensar corta el pensamiento.