Aunque la Conciencia presenta una naturaleza eminentemente No-dual, es debido a la interacción de los cuatro tipos de “diferenciaciones” (Temporal, Espacial, Interpretativo y de Frontera) que aparecen diversos estados de conciencia, cada uno asociado con diferentes cánones de cognición. Nuestro interés se basa exclusivamente en los estados de conciencia que aparecen en la línea de existencia humana.
En realidad, existen infinitos estados de conciencia, pues cada ser humano identifica su propia naturaleza perceptiva de una manera única y personal. Sin embargo, asumiremos solamente la multiplicidad que opera de manera genérica en la combinación de los cuatro estados de “diferenciación”. En realidad, no es posible la aparición de cualquier estado de conciencia; ellos se interceptan, según los limitantes, bajo un principio natural de exclusión similar al que opera entre los electrones y las órbitas atómicas.
Así, por ejemplo, tal como la evaporación del agua es producto de las condiciones de temperatura, velocidad del viento y presión a la que está sometido el líquido, de igual manera, un estado cualquiera de conciencia emerge dependiendo de las condiciones de “diferenciación” a las que el Sujeto incurra en relación al campo inamovible de Conciencia No-dual. Sin embargo, la Conciencia No-dual jamás se intercepta, se ha interceptado ni se interceptará con parte o totalidad de las cuatro condiciones de “diferenciación”. He aquí el más mágico de los acontecimientos, la Paradoja Divina por excelencia: Dualidad y No-dualidad coexisten, pero jamás se interceptan. La aparente intersección entre ambas realidades ha sido llamada, desde antaño, Maya, la Ilusión.