El saber delimita la esfera del dolor a la razón de su existencia, sin que inunde otros aspectos de tu propia vida. Saber lo que las cosas Son permite reconocer el límite de cada realidad. Comprender es la fuerza de vida que avala el dolor sin que te arrastre ni transforme tus propias certezas.
Comprender es no dudar. Comprender te enfrenta a la duda y evita que caigas en sus fauces. Comprender te lleva a la certeza. Acompañar de certeza las diferentes actividades de la vida sin que estas cambien ante la presencia del dolor es vivir con dignidad. A veces la comprensión llega en los momentos álgidos de la vida, en aquellos instantes donde la duda lo invade completamente todo y no existe razón para existir. En ocasiones, ante la desesperación de un momento viene la pérdida voluntaria de nuestro propio norte. Ante la franca decisión de no luchar más, la mente y sus dudas se repliegan y el resplandor inmenso de la compresión se avizora.
La comprensión nos enseña que vale más la vida que su ausencia. Es importante permitirle al dolor que duela, no intentes matarlo antes de que aprendas de él. Igual que la comida requiere tiempo para digerirse, a veces el dolor se da su tiempo para ser entendido. ¿Por qué deseas erradicar inmediatamente el dolor? ¿Acaso no sabes que es un faro que ilumina la naturaleza de un conflicto en tu vida? Toca enfrentar el dolor y el conflicto de una manera tal que, ante cualquier nueva circunstancia de la vida, prevalezca la vida a su ausencia. Eso es comprender.