Cuando vas de vacaciones a una playa paradisíaca con las mejores compañías posibles, junto a exuberantes bebidas, diversión y comida agradables, ¿acaso piensas en regresar? Regresar a tu trabajo, a madrugar, a soportar al jefe, a pagar impuestos… Seguramente no. Aun así no te preocupes, lo más seguro es que, pese a ti mismo, pasados unos segundos nuevamente regreses al mundo de la fantasía y de la imaginación. Volverás a tu cárcel mental y nuevamente sufrirás al experimentar o proyectar la existencia del dolor y de la muerte.
Si estás concentrado dentro, abres los ojos, lo que debiera pasar es que adviertas el mundo sin situarte personalmente en ningún lugar de él. Habrá conciencia del mundo y habrá mundo que concienciar. Saltarás a la simetría externa de la Concentración. El mínimo esfuerzo psicológico que se induce en la Concentración Interior es idéntico al realizado en la Concentración Exterior.
Igual pasa al revés, es decir, si estando Concentrado fuera cierras los ojos. Entonces serás parte y todo de tu mundo interior. No habrá lugar donde no estés, ni sitio donde no se detecte el vacío de pensamientos.