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Cada cuánto realizar la práctica interna

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No te obligues a practicar por esfuerzo. Al contrario, hazlo con la alegría de quien investiga. No anheles la meta ni busques con desesperación la vivencia de la meditación profunda, pues ella no escucha tus quejas ni oye la desesperación de tu alma. Has de saber que estás solo; te tienes a ti mismo. No juegues a implementar seguridades que solo las creencias de la mente sostienen. Busca lo estable en sí mismo, aquello que es permanente, aprende a reconocer el sonido y el rumor de la conciencia.

Convierte tu práctica en investigación y aprendizaje, y no en el pesado fardo de una experiencia impuesta. Pregúntate: ¿qué pasará hoy? ¿La agitación mental es igual a la de siempre? ¿La atención podrá hoy favorecer la percepción y extinción de los pensamientos? No luches contra tu desorden mental, acéptalo y sé consciente del instante en que te encuentras; ello será la base presencial para detener la mente y aquietar con ello los pensamientos.

Escrutar claramente lo interior es tarea engañosa y harto difícil. Las excusas para justificar el no poder practicar por no encontrar un momento adecuado se multiplicarán cuando notes lo difícil que es congeniar con tu propia mente. Con el tiempo acabarás por dejarlo todo, pues si esperas resultados inmediatos y visiones maravillosas de los mundos superiores, te decepcionarás rápidamente.

Si no tienes la fuerza interior para realizar la práctica con cierto rigor semanal, entonces no tienes mas opción que obligarte, ya sea una, dos o tres veces por semana. Pero si eres capaz de atreverte a depositar tu atención en el juego de investigar tu interioridad, entonces hazlo en los pocos o muchos minutos que tu propia necesidad provee, para poder utilizar dicho tiempo y convertirlo en práctica meditativa.