Buscamos saber sin la necesidad de que haya un dueño de la cognición misma. Así, la conciencia asume un rol universal, detallada muy poéticamente por el Bhagavad Gita de la siguiente manera:
«Yo soy sabor en las aguas, refulgencia en sol y luna, palabra de poder en los Vedas, sonido en el éter, virilidad en los hombres. Yo soy pura fragancia en las tierras y fulgor en el fuego. Yo soy vida en todos los seres y austeridad en los ascetas. Yo soy el discernimiento de los sabios y el esplendor de los héroes».
La conciencia es la comprensión de saber, es el brillo inherente en el fuego del conocimiento, es la fuerza del entendimiento que está soportando todo proceso cognitivo. Ella es impalpable, inoreable, incombustible, inapresable, es intocable, es el sustento que permite saberlo todo.
Lo que esencialmente somos no se descubre mientras el yo haga parte del proceso de la cognición; se descubre cuando nos sostenemos en un objeto asociado al presente.
Todo lo que dicen los libros respecto a la conciencia es medio verdad y medio mentira. A veces la representación poética confunde porque simula que aquello tiene forma o cualidad. Para el gnani, ese Atman es esa fuerza que está en cualquier juicio como fuerza de saber, es lo Real.