Budhi es la facultad determinativa, la actividad asiento de la conciencia individual y función que determina el “pro y el contra” de los objetos conocidos. Cuando percibimos un objeto y tenemos conciencia de él, lo conocemos. Podemos ser conscientes de un objeto ideal o material; cuando ello ocurre implica que lo conocemos. Así, budhi es la facultad intelectiva, el aspecto inteligente de la mente. El acto del saber, al igual que la actitud de sorpresa o asombro, son representaciones del budhi. De igual forma, el instante del aprendizaje es un momento búdhico.
Suponga el lector, a modo de ejemplo, que le solicito recordar qué actividad realizó el último día domingo entre las once de la mañana y el mediodía. Para responder deberá el lector poner en funcionamiento variadas actividades de la mente. Primero buceará en la memoria intentando seleccionar situaciones representativas de ese día e irá acercándose por asociación al momento solicitado. En el instante donde hay coincidencia entre la pregunta y la imagen que conforma el recuerdo, surge el conocimiento, pues la mente en ese instante deja de buscar más información y revela el brillo del saber. A ese momentáneo instante, en donde finalmente se ha considerado el pro y el contra de un evento y cesa dicha búsqueda de determinación, en el Advaita le solemos denominar budhi; en Occidente suele llamarse “síntesis” o “instante consciente”. Los momentos previos y posteriores suelen asociase a otras actividades de la mente, pero aquella que establece el conocimiento se denomina budhi.
Es importante recalcar que la coincidencia encontrada puede no ser cierta. Budhi no establece una categoría de realidad, pues tan sólo busca determinar el sesgo de coincidencia con el objeto percibido. Así, podemos afirmar que a dicha hora desayunábamos, para más tarde reconocer que fue el sábado y no el domingo. De igual manera, cualquier persona puede asumir la validez de sus propias fantasías y, momentáneamente, reconocer sin duda la coincidencia de su proceso pensante con los depósitos de memoria que tiene a disposición. En tal caso hay conciencia, pues hay saber, pero dicho saber no implica necesariamente que la determinación sea válida. De igual forma a que el sol ilumina a ricos y pobres, así mismo la conciencia ilumina a sabios y tontos.