Hay una muy interesante caracterísitica que acontece en la percepción y que la convierte en el eje central de todo camino espiritual. Resulta que la actividad búdhica impide la aparición de ahamkara, es decir, mientras hay budhi no hay yo. Al igual que mientras hay actividad manásica no hay presencia búdhica. Se busca entonces perpetuar una modalidad de percepción que sea lo suficientemente estable para que no nazca el sentido de pertenencia, de ahamkara. Ello se logra cuando la reacción cognitiva acontece relacionada al presente, al aquí y el ahora. Cuando la atención se afianza en una exclusiva y continua reacción presencial, entonces el sentido de ahamkara desaparece, introduciéndose la cognición en un nuevo estado de conciencia.
Una de las consecuencias más comunes que tiende a despertar en quienes logran una percepción continua al presente es la aparición de viveka, o cualidad discernitiva metafísica. Viveka es el aspecto metafísico del budhi, y manifiesta la cualidad de comprender la naturaleza de lo Real mediante una vía intuitiva y directa.
El budhi está preparado para realizar determinaciones de pro y contra sobre eventos profundamente cambiantes y móviles, es decir, otorga la capacidad de ser consciente de objetos condicionados por la actividad incesante del manas. Cuando la actividad manásica se ralentiza y se habilita la opción de aquietar la mente, la cualidad determinativa búdhica da paso al nacimiento de una contraparte “discernitiva”. La función discernitiva, viveka, otorga la comprensión de realidades metafísicas que derivan en el entendimiento de qué es lo Real versus aquello que es ilusorio.