Debido a la ciclicidad que opera a nivel colectivo en los ritmos mentales del ser humano, hay fases en las que la humanidad como tal, o algunas zonas de ella, caen en procesos de profunda confusión. A lo largo del devenir histórico suelen presentarse momentos críticos en los que la normatividad, el sentido de control y de equilibrio se desmoronan hasta el punto de que todo tiende a la destrucción, a la ausencia de representaciones claras y consistentes. Es en esos momentos complejos y difíciles cuando aparecen los enviados divinos a los que se denomina “avataras”.
¿Cuál es el sentido esencial de un avatara? Crear las pautas de una religión. Eso es un avatara: el que crea las pautas de una religión, de una tradición que se habrá de mantener por mil, dos mil, tres mil años o el tiempo necesario y suficiente para que sirva de guía a todos aquellos que de una u otra manera beben de su fuente. Desde esa perspectiva, tanto Jesús como Krishna, Rama y el mismo Buda han de ser considerados avataras, es decir, personificaciones de la divinidad.